Posted by : Colapsados Humor
jueves, 14 de junio de 2018
El viernes 8 de junio tuvimos el lujo de contar con la presencia de dos grandes del humor a quienes, además, les fué espectacular en una sala George Harrison casi colmada por un público estupendo.
Gente de varias provincias y localidades de Capital y Gran Buenos Aires estuvo presente en el show de Colapsados que quedará por siempre en nuestra memoria. Es que Fran Tettamanti y Flor Di Felice son dos verdaderos cracks, y lo demostraron con creces dejando todo sobre el escenario para hacer reír sin parar a los espectadores desde el primer al último minuto.
Como de costumbre, Maxi Grillado abrió el show con la clásica energía exacerbada que lo deja exhausto frente al micrófono para empezar a intercambiar las palabras con el público. Tras presentar al ayudante enmascarado y proceder al reparto de los "trapos", el show comenzó a todo trapo entre los gritos y la algarabía de un público efervorizado que festejó cada una de las ocurrencias de los comediantes.
Tras un monólogo tan corto como efectivo, Maxi presentó a Flor Di Felice, la primera invitada de la noche, quien se lució como suele hacer demostrando que es, sin dudas, una de las comediantes del momento y que su convocatoria al Festival Provincia Emergente no tuvo nada de azarosa.
Flor hizo reír sin parar a todos los presentes y dejó el escenario para dar paso al dúo musical, que interpretó una vez más "La Grieta" con mucha efectividad antes de presentar al segundo invitado, Francisco Tettamanti.
Fran es un comediante con once años de trayectoria, muchos de ellos en Inglaterra, en donde aprendió un estilo muy particular que sin duda lo diferencia del resto de los comediantes de la escena local. Su monólogo funcionó a la perfección durante cada segundo y fue muy celebrado por la audiencia hasta que llegó el momento de dejar el show en manos del último comediante de la noche, Roberto Miranda.
Se nota a la legua que Roberto disfruta al máximo del cierre del show. Desde el primer momento sabe que le toca la difícil tarea de rematar todo lo bueno que sucedió hasta entonces y lo hace con mucha sabiduría. Sabe también que es al final hay una sorpresa más que los asistentes no se esperan y que es su función incentivarlos para que la disfruten a pleno. Así, los invita a recorrer su monólogo obligándolos a gozar de cada remate hasta el momento cúlmine en el que todos, comediantes y espectadores, acaban cantando a los gritos y haciendo palmas hasta que los protagonistas se retiran del escenario.
Todos quedamos con ganas de más. La hora se hace corta cuando los primeros minutos del sábado comienzan a correr en los relojes y por eso, apenas termina el show ya estamos pensando en el siguiente.